Paloma H. Matellano Madrid
Madrid
Actualizado
"Normalmente se basan en datos del escrutinio provisional del Ministerio (a través de Indra), dándolos por válidos y sin sumar nada. ¡Esto es delito!". Es el alegato que pronunció el pasado viernes una votante de Se Acabó La Fiesta (SALF) que había acudido a un juzgado a presenciar el recuento definitivo de las elecciones. Esa información no la había escuchado en los medios, ni la conocía por su formación jurídica; ni siquiera porque se la hubiera comentado el típico vecino que dice estar "muy metido en política". Ese discurso lo había leído en un grupo de la red social Telegram y, confiando ciegamente en quien se lo envió, lo hizo suyo en la más absoluta literalidad. Y, ahí, la esencia del fenómeno Alvise: un grupo de seguidores -más de 800.000 según revelaron las urnas- para los que este agitador antisistema es su persona de máxima confianza: político preferido, periodista de referencia e influencer idolatrado. Todo en uno.
Luis Alvise Pérez, líder de la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta, lleva años haciendo activismo en redes para crear una comunidad en la que sus seguidores se retroalimenten entre sí. El resultado es algo similar a una cámara de resonancia en la que, bombardeados por sus mensajes, sus miembros solo encuentran las mismas ideas una y otra vez. Y las acaban haciendo suyas. Con su discurso contrario a la "partitocracia" y los medios tradicionales, Alvise ha logrado que sus seguidores pongan en duda todo lo que forma parte del sistema -lo que viene de fuera de su círculo- y, en cambio, confíen en todo lo que les llega de dentro.
"Las subvenciones están para pagar escoltas y técnicos, no para ponerte paguitas extras como hacen todos los partidos de este país", denunciaba Alvise la semana pasada en uno de sus mensajes. Esta crítica a la "partitocracia criminal" es el gancho que más seguidores le brinda, y su promesa de sortear el sueldo de eurodiputado es desde hace una semana lo primero de lo que alardean sus seguidores -quizá bajo la esperanza de que les toque un pellizco-. "Le voto porque se mete con todos los corruptos y asegura que va a donar lo que gane", repetía un elector esta semana, en un calco a las palabras de su candidato. Pero Alvise no solo ha situado a sus votantes en contra del sistema de partidos tradicional: también lo ha hecho con la monarquía -se cuestionó "para qué sirve el Rey" a raíz de que Felipe VI sancionara la Ley de Amnistía-, con la Junta Electoral Central -denunció "desviaciones de voto" en el recuento de actas y "fraude en el voto por correo"- y, sobre todo, con los medios.
"Aviso legal: este canal de Telegram es un medio de comunicación y una plataforma periodística". Es el mensaje que da la bienvenida a todo el que se suma a la comunidad de Alvise en esta red social y que pone de manifiesto su voluntad de suplantar a los medios tradicionales para ser la referencia informativa de sus seguidores. Esto lo hace, asegura, ante la "censura" mediática que denunciaba en vísperas de las elecciones europeas, ahora convertida en "persecución".
De esta forma, el líder de Se Acabó La Fiesta justifica tener que ejercer también como periodista "de verdad" y difunde cada día, como si de un informativo se tratara, las informaciones que considera más destacadas -muchas de ellas sin contrastar-. "El Gobierno ordena la apertura de inspecciones fiscales a todos los miembros de SALF" y "el Congreso de los Diputados suspende los micrófonos de su sala de prensa para permitir solo preguntas pactadas con los partidos políticos" son dos de los titulares que publicó la pasada semana, y que recibieron cientos de comentarios de su comunidad -todos en su defensa-.
Para terminar de monopolizar el discurso que llega a sus seguidores y cerrar el círculo, Alvise recurre a sus afines.Youtubers y tuiteros próximos a la extrema derecha se convierten así en el principal aliado para dar eco a sus teorías, pues contribuyen a difundir sus informaciones y acusaciones y proporcionan al líder de SALF comunicación directa con su comunidad, en muchos casos seguidora de estos influencers. Vito Quiles es quizá el ejemplo más paradigmático de esto: otro activista de redes sociales que, aun figurando en las listas del partido al Parlamento Europeo, ejerce como periodista en el Congreso y es la referencia informativa a la que Alvise deriva a sus seguidores. Quiles difunde datos favorables a Se Acabó La Fiesta y refuerza su discurso mientras, a cambio, su líder le "defiende" por ser una "víctima" más de la "oleada de mentiras" de los medios.
Con esto, "ante el hostigamiento judicial, político y mediático" que denuncia, Alvise Pérez ha ofrecido a sus seguidores una alternativa judicial, política y mediática "de verdad": él mismo. Y, así, ha conseguido que, para ellos, todo quede dentro de ese grupo de Telegram en el que su discurso es siempre recibido con centenares de aplausos, "oles", "vamos" y "a por ellos".
